viernes, 28 de agosto de 2009

SOY UN PERSONAJE NOSTÁLGICO











En este momento, tras el golpe de estado y la histórica resistencia del pueblo de Honduras, a palabras de un artista hondureño me he convertido en un personaje nostálgico. Definición paradójica, ya que si atendemos el significado del término nostalgia, este nos describe un anhelo del pasado, a menudo idealizado y poco realista. De igual manera la nostalgia es referida comúnmente no como una enfermedad ni un campo del estudio, sino como un sentimiento que cualquier persona normal puede tener. Bajo este esquema se puede inferir fácilmente que todos los humanos somos nostálgicos. Pero si contextualizamos la frase, tendríamos que entender que nuestra nostalgia deviene del sufrimiento de pensar en algo que hemos tenido y que en estas condiciones ya no se tiene.

No obstante, yo me pregunto: ¿Qué es lo que hemos tenido si en este país toda la riqueza social se concentra en pocas manos? O acaso debemos extrañar las amplias, incluyentes y participativas políticas del Estado de Honduras. Sin embargo, me pregunto, ¿Como extrañar algo que no hemos tenido ni gozado? La democracia propuesta por los grupos oligárquicos y la burguesía nacional durante los últimos 27 años me han excluido de todo proceso, ni siquiera me ha brindado la posibilidad de manifestarme en contra de un régimen que oprime todo anhelo de libertad y de cambio. Recordemos que bajo el actual régimen quien se manifiesta es disidente, revoltoso y poco creativo, y por tanto se le debe callar con toda la fuerza de la ley. No basta recordarles que pensar y albergar esperanza es peligroso para los intereses del Estado hondureño.

No obstante, el panorama siempre ha sido oscuro, la gran mayoría de este país no hemos participado de los bienes culturales producidos socialmente. La política artística de las instituciones son excluyentes, no promueven el desarrollo y la participación, y mucho menos la apropiación de las amplias mayorías marginadas que componemos este país de “cinco estrellas”. Entonces, ¿Como extrañar el pasado si históricamente hemos vivido bajo la exclusión y la represión social? Creo que el compañero equivoco su juicio, ya que personaje nostálgico no describe los sentimientos que hemos experimentado los artistas que manifestamos resistencia.

Soy un vándalo del arte

Al mismo tiempo que se nos ha acusado de ser nostálgicos se nos ha tildado de vándalos del arte. Una vez más, quiero ser preciso en la definición del término, ya que se hace necesario a partir de allí dar una respuesta a tal afirmación. Para ello entenderemos como vándalo a una persona que actúa con brutalidad, violencia y espíritu destructor. Por cierto, es necesario aclarar que tales calificativos ya fueron utilizados en otros procesos históricos. Sin embargo, mi brutalidad ha consistido en revelarme en contra del gobierno usurpador, en aguantar la represión y haber sido encarcelado por los cuerpos represivos del Estado, en una palabra: en ser participe de la rebelión de nuestro pueblo. Soy un gran bruto por no dedicarme a lo mío de forma silenciosa. Sin embargo les recuerdo, “callar es compartir el crimen”. Prefiero alzar mi voz y que me tilden de tonto por ser golpeado a arrodillarme y manifestar obediencia a un gobierno usurpador.

Así mismo, la violencia que he ejercido ha consistido que desde mi trabajo he denunciado la brutalidad de la represión y el cinismo de los golpistas, mis palabras y mis acciones no han dejado de manifestar la irracionalidad de las autoridades. Mi aspiración a la constitución de una mejor sociedad me ha acreditado el calificativo de destructor. Y claro que deseo destruir la indiferencia, la exclusión y la pobreza. Sin embargo, si los ideólogos del régimen piensan que soy un vándalo del arte lo acepto con responsabilidad. Soy un artista que ejerce violencia desde el arte, pretendo destruir los prejuicios y los valores que discriminan y cercenan lo humano.

Formas creativas de manifestar resistencia

Lejos del aporte de las obras que componían el certamen, pienso que lo más destacado fue la propuesta de los compañeros. Un certamen de arte que no busca exacerbar la crítica y los valores del arte es como un cadáver que no despide absolutamente nada, solo el mal olor. Los certámenes del IHCI desde hace mucho tiempo dejaron de aportar al arte de nuestro país. Lejos de configurar un espacio de dialogo y de debate se convirtió en un espacio que legitima la actitud altruista de la burguesía nacional. Por lo que se puede decir, que lo mas inquietante fue “la intervención poco ingeniosa” del evento. Sin embargo, este hecho de ruptura se vio altamente reprimido por los organizadores y sus cooperantes dado que suspendieron el evento por la acción realizada por los artistas. Tal vez ese sea el enojo del compañero, ya que su propuesta no pudo tener una amplia y variada cobertura, al igual que otras obras, se quedo discursando en las paredes de plaza BANCATLAN anhelando que uno de nuestros prestigiosos coleccionistas la adquiriera, o tal vez a ser mostrada en una de las revistas donde la oligarquía muestra sus nuevas adquisiciones y su ridícula forma de vida.

Para finalizar, quiero manifestarles que en este momento en Honduras los artistas en resistencia somos personajes nostálgicos, vandálicos y poco creativos por no mostrar obediencia a los grupos civiles y militares que propiciaron el golpe de Estado.

Atentamente:

G.G.

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